viernes, 28 de agosto de 2009

Jesúcristo, Señor del Universo

Jesucristo nace en un tiempo y un lugar que para nosotros es significativo. Hace 20 siglos, entre el Imperio Romano y la civilizacion asiatica. Su historicidad nos dice algo, es Palabra de Dios. Dios se hace presente en Jesucristo en un tiempo que humanamente, para nuestra historia es importante, inteligible, revelador. Su historicidad es la base del encuentro con el hombre.

Pero esa aparición digerible para nosotros, para todos los hombres de la Tierra, le da igualmente valor para un ser inteligente de fuera de la Tierra.

Me planteaba estos días abarcar en mi oración de intercesión a todos los hombres, seres vivos conscientes de su ser, de todos los planetas del Universo. Ante esta idea hay un rechazo casi automatico porque te viene a la mente si sera o no cierto que hay planetas habitados y estos con seres inteligientes. Como reminiscencias de Galileo nos resistimos a dejar el centro de la Tierra y contemplar con cierto sentimiento de desanimo, de perplejidad, como el Hijo de Dios ha hecho morada entre nosotros, o sea, entre unos seres minusculos de un minusculo planeta de un sistema solar mas entre tantos otros que nos marearía escribrir los números. Y sin embargo creemos en el valor de la vida del Hombre que ha amado en la dimensión de la cruz, a Dios y a toda la creación, cargando con sus culpas para que reciban de El a cambio el Espiritu Santo que les hace participar de su ser Hijo Unico. No solo para los cristianos, sino para todos los hombres de la Tierra. No solo para les terraqueos sino para todos los hombres de Universo, aunque de momento nos cueste pedir el Espìritu Santo, lo mejor que podemos pedir, para los extraterrestes igual que para los hermanos de la Tierra. Porque como mucho pueda ocurrir que no existan, aunque entre tantos millones de estrellas ya es raro que no haya alguna con hombres, amados por Dios como cada uno de los terrestres somos amados.