martes, 22 de febrero de 2011

Evangelio y Padre nuestro

Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?". Ellos le respondieron: "Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas". "Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?". Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Y Jesús le dijo: "Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo".

La felicidad del Simón es la del hombre que recibe de parte de Dios el Espíritu y lo acoge y Dios le confirma que Jesus es el Hijo del hombre, es el hombre que desarrolla plenamente su ser hombre como Dios lo ha querido, como es la voluntad de Dios para el hombre. Y así es el Hijo de Dios. Y el Pare le confirma que este Jesús que hace la voluntad de Dios es el hijo suyo, el hijo del hombre. Esta manera de acoger la revelación es la piedra sobre la que se fundamenta la Iglesia, la piedra de la voluntad de Dios que hace que no se caiga la casa. Cualquier otro fundamento, sabiduría, poder, ostentación, es arena sobre la que no se puede edificar y mantener y vencer la Muerte. Esa es la clave que hace entrar al hombre en el Reinar de Dios. Que te da el poder de atar para el cielo. No es Pedro el obispo de Roma, ni siquiera lo fue de la iglesia de Jerusalem, donde Santiago prevaleció por su parentesco con el Señor. Pero si es Pedro (y los obispos y el Papa deberían ser los sucesores de Pedro, los que experimentan la revelación del Dios vivo que muestra quien es el hijo del hombre) A los cristianos primitivos les gustó pensar que al venir a Roma le cedieron el puesto de obispo, pero lo que hace un apóstol es ser testigo, y cuanto mas ese Pedro. Fue útil ese pontificado de Pedro para unificar la Iglesia, y aun hoy lo sigue siendo. Pero la veradera edificación, unidad y base del poder de la Iglesia de Jesús es la actitud del pobre que acoge la Gracia de Dios y a pesar de sus errores Dios la hace fecunda, lo que es ilustrado con la vida de Pedro, el entusiasta, cobarde y noble discípulo de Jesús.





Santificado sea tu Nombre, Padre bueno, glorioso y benditos seas por siempre. Tu eres el que sabe mi nombre, y en Jesús nos has revelado el tuyo, como un hombre que ama hasta el extremo. Tú sabes mi incapacidad para amar, para darme al otro y a ti. Y has pensado hacerme igual a Jesús. Por eso me has enviado a Jesús, para mostrarme como quieres que sea, cual es tu voluntad para mi. Y así proclamar la santidad de tu nombre, hacerme santo para mostrar tu santidad a los hermanos.
Venga tu poder, tu reinar, tu gracia, su Espiritu Santo, tu dulzura, tu ternura. Ven Padre a mi vida y tu poder me recree en Jesucristo. Ungeme, cristificame, hazme hijo tuyo, para que pueda hacer tus obras, para que en tu Nombre resucite muertos, empezando por mi. Padre santo, santificame. Hazme santo para ser lo que quieres que sea, como tu, perfecto como eres tu. Bueno porque tu eres el unico bueno y el unico que puede hacer buenos. Venga tu Reino.
Hágase en mi tu Palabra, tu Voluntad. Que venga tu Espiritu Santo para ayudarme a que se haga en mi lo que tu quieres, que es lo mejor para mi. Lo que hacen los santos y los ángeles en el cielo, lo que haremos cada uno dentro de unos años cuando unidos a Cristo estemos viendote y glorificandote. Que hoy ya podamos hacer tu voluntad como se hace en el estadio al que nos invitas a ir Papá bueno.
Que nuestro Pan seas tu Jesús. Tu que ayunaste para alimentarte de la Palabra de Dios. Que tu alimento es la Voluntad de tu Padre, que comiste con pecadores, para acercarte a ellos y curarles, pero para ti mismo tu alimento era escuchar la Palabra del Padre. Tu eres nuestra Palabra, en ti somos recreados por Dios. Danos siempre el mismo Pan.
Y revelanos con tu Espiritu nuestros pecados. Pues el Espiritu de la verdad nos habla de nuestras deudas, para asi, amados en nuestro pecado, acudir a ti que salvas, que nos perdonas lo que te debemos del amor con que nos has amado primero, igual que perdonamos a los que nos deben.
Y en el tiempo de la tentación danos el don de la sabiduría, la fortaleza y el recuerdo de tu ternura para elegirte a ti en lugar de la mentira y la muerte.
Y liberanos de las areas que todavia estan en la influncia del Malo. Amen
Y así proclamar ante todos los hermanos que todo el Poder y Reino y la Gloria te pertenecen, Aleluya

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